
Superar pruebas es una satisfacción que embarga, que fascina y nos nutre de alegría para mucho tiempo. Hoy hemos culminado una excursión distinta a lo que estamos acostumbrados. Tanto por el desnivel acumulado, como por la forma de llevarlo a cabo.
Hemos disfrutado de la comida en pleno monte, eso sí, dentro de un refugio, el tiempo que durante la marcha se nos ha presentado benevolente, cuando hemos llegado a la ermita de Santo Domingo, parecía que iba a caer con crudeza sobre nuestras cabezas, pero no ha sido así y después de la comida hemos podido regresar con el mismo tiempo con el que hemos comenzado…bueno, con un poco de calorcito más.
El recorrido nos ha dado de todo. Pequeños riachuelos, empinadas subidas, verdor y flores por doquier y una gran camaradería que ha hecho de la marcha un gran paseo, aunque algunas personas hayan sufrido las empinadas cuestas y las grandes bajadas.
Pero como siempre, al final, prueba superada y con una sensación muy agradable del día, de la compañía y del recorrido.